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España-EEUU, la final soñada


Una plata para descubrir oroPau Gasol y Reyes festejan el triunfo ante Rusia. (EFE)España se sobrepone a una pésima primera mitad con 20 puntosLa explosión desde el triple en el tercer cuarto y una gran defensa condenaron al rival. Scariolo volvió a acertar con la estrategiaJugará la final ante Estados Unidos, el domingo a las 16.00 horas
Plata es, pero plata ya fue. España viajó a los Juegos con una convicción y con un reto. La convicción es certeza, después del triunfo sobre Rusia. El subcampeón olímpico se garantiza ser subcampeón olímpico, porque no hay nadie mejor entre los humanos. Pero España quiere ser inmortal, más allá de sus fronteras. Ese reto sigue vigente, tiene un color (oro) y un rival previsible. Será Estados Unidos en la reedición de la final del 24 de agosto de 2008, aquella belleza que tendrá segunda parte un 12 de agosto de 2012. [Narración y puntuaciones: 67-59]
Los españoles se abrazaron por fin, entre ellos, con los Príncipes y con todo el que quisiese compartir una alegría repetida cada verano, pero diferente. Siempre encontraron un objetivo por el que elevar la puja. ¿Qué aporta esta felicidad? Su valor nace del sufrimiento, pues la conquista sucede a un magisterio de fortaleza mental y sentido colectivo de la existencia. Sobrevivió España a la primera parte, la borró de su cabeza. Sin lastres, se encaminó hacia el aro rival y, en el camino, se fortaleció con secundarios convertidos en figuras. No ganó por piernas, ni muñeca. Triunfó donde creyó morir.
En el cerebro, ese reducto impenetrable, se fraguaba su derrota en la primera mitad. No hay una razón, que no sea psicológica, que sustente semejante catarata de errores antes del descanso. El estado físico, sistemas de juego embrollados, la defensa contraria o un mal día pueden justificar porcentajes de amateur. Pero un 20%, seis aciertos en 29 lanzamientos, sólo se explica desde el destierro de la confianza, un cortocircuito convertido en sima colectiva.
Sequía en los dos primeros cuartos
Después de 20 minutos, que se corresponden con 20 puntos, España ya sólo debía pensar en ganar el partido. Para perderlo, ya no podía hacer más, y el triunfo aún era accesible. Porque Rusia respetaba los galones. No acertaban a condenar a quien, a falta de acierto en ataque, se agarraba a su aro, con las torres Gasol a ambos lados para contener la sangría dentro de la zona. Pero desde fuera... En un arranque de Monya, con tres triples en los primeros cinco minutos del segundo cuarto, nacía la diferencia entre dos bloques empeñados en chocar una y otra vez.
Cada vez se empequeñecía más España, la favorita, pese a los dos precedentes. Ambas citas fueron victorias de Rusia, capaz de aprovechar opciones insignificantes en el pasado. En la final del Eurobasket 2007, triunfó en Madrid; en la primera fase de este torneo, tras un arranque contrario 2-20. El mismo equipo que sacó oro de la nada, dejó escapar una ocasión histórica para hermanarse con sus parientes soviéticos, los campeones en 1988 y 1972. Pueden fustigarse, pero sólo un poquito. La causa de su derrota está en el mismo punto donde intuyó la prosperidad.
La rebelión del segundo acto
En el cerebro, en ese reducto impenetrable, se fraguó la remontada rumbo a la final. Un equipo pleno de confianza regresó del descanso, probando una fuerza mental soberbia. Muchos nacieron para ser campeones pero sólo algunos lo son. Y la diferencia esté en la cabeza. Hay que ser muy bestia para, viniendo del infierno, lanzar un triple a la primera opción, como Rudy, en la llamada a la rebelión. Rudy acertaría otra vez en ese cuarto, Calderón hizo doblete y Pau puso el quinto triple para la explosión hacia la igualdad (46-46).
El mismo equipo que cerró la primera parte con dos aciertos en 11 intentos, anotó cinco de siete en el tercer cuarto, la lanzadera hacia un sprint de plenitud en el último cuarto. Nunca faltó la defensa, porque España no son cinco nombres, sino un equipo. Y ese conjunto tiene un entrenador valiente, que sienta a Navarro, por más capitán y gloria que tenga. A Scariolo tampoco le importó curar con banquillo a Marc Gasol. En lugar de ellos, tomaron posiciones Llull, San Emeterio y Felipe Reyes. Apuntalaron la defensa, impenetrable dentro y rápida para extenderse y sellar la 'amenaza triple' de los falsos pívots rusos. Además, Llull, San Emeterio, 'Felipón' aportaron lo imprescindible al ataque, aunque sea Calderón, martilleo desde el triple, quien merezca colocar su nombre en el luminoso de una tarde en la que los muertos se fueron de boda.


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